En la web archivowagner.com se recoge esta anécdota acerca de un busto de Wagner:
Tannhäuser se daba en un teatro de provincias. La cosa no marchaba todo lo bien que era de desear. El director suspiró aliviado cuando la obra terminó sin que sucediera ninguna desgracia irreparable. Pocos días antes se había colocado un busto del compositor en el vestíbulo. Cuando el público salió, al terminar la ópera, el busto había desaparecido y en su lugar podía verse un cartel que decía: “¡Al oír este Tannhäuser me he marchado y …aún no he vuelto…!”.
Parece que las esculturas dedicadas al compositor dan tanto que hablar como su propia figura:
Recientemente otro artista alemán se las ha visto con la efigie del músico, a la que precedía la sombra de un frustrado proyecto anterior.
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