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La dama de los gatos

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Allá en la década de los 60, paseando por los aledaños del Panteón romano, me impresionó la cantidad de gatos que habían fundado su pequeña república a lo largo y ancho de la barriada. Algunos se preguntarán qué forma es esta de empezar hablando de María Zambrano y qué tendrá que ver una caterva de gatos con la filosofía. Nada, nada en absoluto, pero me da pie a que os cuente algo.
Corría el año 1964. Conversando con mis amigos sobre la república gatuna, antes mencionada, me comentaron que había una española que tenía alertado los ánimos vecinales debido a la cantidad de gatos que cuidaba. Yo me encogí de hombros y lo arrojé al zurrón del olvido, por cierto no tan grande como lo cargo ahora. Años más tarde ese recuerdo se me hizo presente. Resulta que María Zambrano y su hermana Araceli recibieron la orden de expulsión de Roma, promovida por la denuncia de un político fascista. El motivo aparente era, adivínenlo, los gatos. La orden se aplazó durante un año pero el incidente terminó con las dos en Francia acompañadas de un aviso policial de peligrosidad. Desde entonces yo la llamé mi dama de los gatos.
Nuestra dama tuvo una vida intensa, peligrosa. No por los gatos, ciertamente. Desde pequeña había padecido ataques constantes y agudos que minaban su salud. Esa contrariedad parece que la hizo más fuerte, de pensamiento y obra. En el instituto donde estudió sólo había dos chicas. No le importó. Mantuvo una actitud destacada en el campo educativo, político, social y filosófico. Defendió la República activamente. Sus críticas al movimiento fascista y su postura intelectual la obligaron a salir de España. Regresó, curiosamente, cuando la República perdió Bilbao. Todos se extrañaron y le preguntaban porqué lo hacía en ese penoso momento. Nuestra dama se explicó clara y concisa: «por eso». Naturalmente terminó exiliada. Su odisea por París, La Habana, México, Roma y Ginebra le permitió entrar en el círculo mágico de los creadores culturales más brillantes, tanto en América como en Europa. Fue muy querida por sus amigos que la visitaban en cuanto les era posible. Aceptada internacionalmente, en España no tuvo esa suerte hasta que, bastante tarde, se le reconocieron sus escritos y su filosofía. En 1981 recibe el premio Príncipe de Asturias. Regresa a España en 1984 y se le otorga el premio Cervantes cuatro años después. Así que mi dama de los gatos, expulsada de Roma por peligrosidad social, termina en lo más alto de la cultura americana y española.
El pensamiento de María Zambrano es sumamente original por su intento de aunar filosofía y poética. Ortega había defendido la «razón vital» y ella se ve en la urgencia de defender la «razón poética». Esa razón poética, debe ser el método, caminando como la luz de la aurora, sin clasificar, sin sistemas ni definiciones. Debe ser metáfora que se desvela en la penumbra de la palabra.
Por otra parte defendió con ahínco que es necesario plantearse de nuevo las raíces de la democracia, para volverla a situar en un marco donde tengan cabida las personas y no solo los individuos como números. La aventura histórica, denuncia, no ha conseguido ser una aventura humana. Únicamente una auténtica democracia puede llevarnos a la igualdad entre personas. La masa es simplemente suma de individuos, pasividad, obediencia a las directrices de los formadores de opinión. «Mas, en cambio, si el ser persona es lo que verdaderamente cuenta, no sería tan nefasto el que hubiese diferentes clases, pues por encima de su diversidad y aun en ella, sería visible la unidad del ser persona, de vivir personalmente. Se trata, pues, de que la sociedad sea adecuada a la persona; su espacio adecuado y no su lugar de tortura»

Texto de Antonio Hurtado

 

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Extraña realidad

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Hace ya un largo tiempo que entrevisté a don José Ortega y Gasset después de su muerte, ocurrida el 18 de octubre de 1955. Supongo que D. José me perdonará esta licencia estilística, puesto que él mismo usó la metáfora y la ironía como un recurso de su especial sentido humorístico, ¿Verdad don José?

Ortega.– Es muy cierto. Por ejemplo, ¿qué le parece aquello que dije?: «Hay quien ha venido al mundo para enamorarse de una sola mujer y, consecuentemente, no es probable que tropiece con ella». ¿Y esta otra: «La vida humana eterna sería insoportable».
Yo.– Si, lo recuerdo, y otras como «el malvado descansa algunas veces, el necio jamás». O que el historiador era un «profeta al revés».
Ortega.– Fíjese que en mis largas discusiones con Unamuno le ataqué por su falta de sentido del humor, además de por otras muchas otras cosas.
Yo.– Se refiere usted, sin duda, al agrio debate sobre la europeización de España o la españolización de Europa. Recuerdo la frase de Unamuno cuando decía «que inventen ellos».
Ortega.– Claro, claro. No sé si me pasé cuando escribí que no era la primera vez que hemos pensado si el matiz rojo y encendido de las torres salmantinas les vendrá de que las piedras aquellas, venerables, se ruborizan oyendo lo que Unamuno dice, cuando a la tarde pasea entre ellas.
Yo.– Pero usted tuvo una constelación de pensadores girando entorno suyo. Por decir algunos, García Morente, Zubiri, Julián Marías, María Zambrano, Ferrater Mora…
Ortega.– Perdone que le interrumpa. Es verdad lo que me dice, pero mis escritos tuvieron más eco fuera de España, sobre todo en Alemania, donde estudié en varias universidades. Sobre todo me referiré a Marburgo.
Yo.– Pero,… no me negará que como ensayista, fundador y alma de Revista de Occidente, articulista, contertulio, conferenciante, era usted insuperable. Su forma de hablar y de escribir ha dejado una huella imborrable en España.
Ortega.– Verá. Quise durante toda mi vida que entraran los aires frescos europeos en muestro árido panorama. No se debe obviar que mi actuación política protagonizó esa inquietud, pero la República no terminó de entenderlo. Con el golpe militar tuve que exiliarme. París, Países Bajos, Argentina, Lisboa fueron jalones de mi trayecto vital. No estuve con nadie y eso me acarreó muchos disgustos. Situación parecida se produjo cuando volví a España a dar conferencias, clases y otras menudencias. Muchos seguidores míos no lo entendieron.
Yo.– O lo malinterpretaron. Usted escribió que no se puede vivir sin una interpretación de la vida.
Ortega.– Es cierto, no se puede vivir sin una interpretación de la vida. La vida es una extraña realidad que lleva en sí su propia interpretación. Esta interpretación es, a la par, justificación. Yo tengo, quiera o no, que justificar ante mí cada uno de mis actos. La vida humana, es, pues, a un tiempo delito, reo y juez. Precisamente porque la vida es siempre perplejidad, no saber qué hacer, es también siempre esfuerzo para orientarse.
Yo.– Un momento, maestro, se puso de moda en Europa que la orientación debía salir de lo instintivo, otros opinaban que la orientación debe fundamentarse en la razón. ¿Y usted?…
Ortega.– Ni lo uno, ni lo otro. Es verdad que Europa se dejó encantar por lo razonable, siguiendo a los griegos, y no deja de ser verdad que se exageró. La razón es solo una forma y una función de la vida, pero surge de ella. El error de Sócrates fue suplantar la vida por la razón, y el error de Nietzsche fue la exaltación de la vida sin razón. La vida humana es el quehacer del yo con las cosas. Escúcheme, las piedras, los animales, viven: son su vida. El animal se mueve, siente dolor, desarrolla sus miembros: él es su vida. La piedra yace sumida en un eterno sopor, en un sueño denso que pesa sobre la tierra: su inercia es su vida. Pero ni la piedra ni el animal se percatan de que viven. Cuando nació el hombre, cuando empezó a vivir, comenzó asimismo la vida universal.
Yo.– Don José, no quiero robarle más a su descanso. Le doy mil gracias, y me confieso un ferviente admirador suyo. Mi proyecto vital quiera que podamos charlar de nuevo más distendidamente. Naturalmente en el sitio que usted me indique.

Texto de Antonio Hurtado

 

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Lances de amistad

Presentación «Al alimón» y «Maldito parné»

 
 
Por NICOLÁS RAMÍREZ
 
Este capricho de encerrar la Tauromaquia en un calendario, de encajonar siglos en meses, y el arbitrio, la licencia de despacharla en doce alimones y en 366 líneas, no son más que lances de amistad.

Esta faena sólo se explica por el afán ilustrado de estos dos workers de la Hispano y de lo hispano que se obstinan en endosarnos, time after time, años sabios y vitaminados. (Y ahora a pares). Para 2016, sobredosis de casticismo. Coplas y toros. Sapiencia cañí.

Así que el mano a mano cotidiano y trianero de este Antoñete reconvertido en Niño del Altozano y la Isabeniña, la granadina cuya risa fulmina como un volapié de Frascuelo, es el responsable de este disparatado Al alimón, al que quizás el tiempo pase factura y venga a engrosar un día, por su tufo taurófilo, el Index calendariorum prohibitorum.

Cómplice soy, y vergüenza siento, y dejémoslo en vergüenza torera.

Vienen tiempos duros para la Tauromaquia, porque los toros son una fiesta muy seria. Y aunque la Tauromaquia no sea en el fondo más que la respuesta civilizada de la Ilustración al matadero y al toro de la Vega, hoy entra en el saco roto de la barbarie. El antitaurinismo no es nuevo. Siempre ha habido partidarios y detractores de los toros, en España y fuera de España, gente a la que ha gustado la fiesta y gente a la que no, como debe ser. La afición de los toros pa toermundo no es igual, canta Camarón. La cultura, la literatura, el arte hispanos están manchados de tauromaquia, de Goya a Picasso, de Cervantes a Ortega, de Blanco White a Chaves Nogales, de Machado a Lorca, de Fernández Flórez a Savater, de Ferlosio a Antonio Burgos. Unos han querido ver las palmas, otros los pitos; unos se sientan al sol, otros a la sombra. Y la tauromaquia es una rosa de pitiminí con espinas como cuernos: civilización y barbarie, arte y carnicería, machismo y belleza, sol y sombra, palmas y pitos. Y hasta el rabo todo es toro.

El poder es otra cosa. Y la propaganda. De Fernando VII a Artur Mas la política taurina traza un arco incierto. Si el abyecto borbón imprimió el casticismo que ha imperado en la fiesta nacional, la solución catalana es su contrapunto, el bajonazo de un nacionalismo encabronado a la yugular de lo hispano. ¿Declararán un día México y Lima los toros cruento espectáculo colonial? ¿Habrá corridas en China? ¿Se extinguirán los toros? En Sevilla, no hay problema: si se pierde la afición, vendrá el parque temático.

En cualquier caso, siempre nos quedará el Cossío. Y Portugal. Fue Camoens quien vaticinó el arte de Costillares en una octava real de sus Lusíadas, que podría ser fado, copla o pasodoble, y que me van a permitir declamar en la traducción que hizo en el siglo XVII Benito Caldera:
 

Cual en sangriento corro alegre amante
viendo la hermosa dama deseada
al toro busca y pónese delante
silba, salta corriendo la estacada,
más al fiero animal en el instante
que con la altiva frente va inclinada
duro, bramando corre, el ojo cierra,
derriba, hiere, mata y pone en tierra.

 
Polvo somos. Y tiempo.

Ahí está el calendario para los valientes que quieran leerlo. Y «que Dios reparta suerte», a la fiesta de los toros en un mundo global, y a ustedes para lidiar con tino el año próximo.

Gracias.
 
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La Calendariada

Presentación «Al alimón» y «Maldito parné»
 
 

Por HERIBERTO DUVERGER
 

Me han encomendado que abra este acontecimiento editorial al presente colectivo de amigos y colegas, que cada año y con igual motivo, asiste a la Calendariada para aportar su fe de alma, corazón y vida.

Desde hace algunos años y por estas fechas, una tarde celebramos la intensa romería de la cartulina, vestida y perfumada con las frescas tintas de varios colores y con un solo olor, para nosotros muy cercano, el de la impresión reciente. En comenzando, no vamos a pasar de puntillas por la final agonía del 2015, sin reparar en los 500 años cumplidos de la muerte en Venecia de Aldo Manuzio ocurrida en 1515. El Ancla y el Delfín eran el emblema que estampaba en la cubierta de los libros que producía. Este logo, signo y símbolo del tránsito del copista al editor, aparece en la carátula de la Hypnerotomachia Polifili (El combate del Amor en el sueño de Polifilo). Publicado en 1499, se considera el más bello libro ilustrado de todos los tiempos y es pieza clave de la colección aldina, que contiene los primeros libros modernos,  impresa en Venecia bajo el lema Festina Lente.

Aprovechando los ecos sonoros de la introducción, quiero deciros que esta presentación editorial ha sido concebida como un capricho de sus editores, diseñadores y gente de letras, quienes rizando el rizo, han decidido invitarnos a Rimski Korsakov y a mi (parece que tuviéramos algo en común) para que a la distancia del tema, subrayemos la naturaleza rápida e intensa, que no sólo determina el capricho, sino que además es capaz de reunir a un ruso y un cubano aquí esta noche… ¡y después de todo lo que ha pasado!

Goya, Gaudí y Granados también hicieron nido en las ramas del capricho hispano. Pintura, arquitectura y música, cuya historia es unas veces la del capricho y otras ha sido El Capricho, como el de la duquesa de Osuna, quien aportó a la historia urbana madrileña el jardín romántico más importante de España: metáfora de sí mismo, habiendo sido bautizado como El Capricho.

El impulso caprichoso de este «Design Center» trianero, ha generado dos calendarios con un mismo concepto, Maldito parné y Al alimón.  Diferentes maneras artísticas se pusieron en juego para lograrlos, uno de ellos responde al realismo clásico americano, en sus 12 folios «acomicados», y el otro, desigual en su genética, es hijo del realismo moderno europeo «ajaponado».

Y Time Sapiens, que todo lo «piens-sa», busca alcanzar el equilibrio entre una y otra serie de las que ha concebido. Recurre a los toros pero con un par… de toreros, que se asoman de par en par por los carteles mensuales de la fiesta hispana, o las hojas a dos caras impresas, que son reclamos del mes en curso. El enfrentamiento hombre bestia, implica la belleza de la  muerte joven, el amor de los Dioses y la profundidad de la Elegía. Al alimón es un canto gráfico a la juventud de los toreros emparejados, (¿porqué no emparados?) con su historia en la espalda, en el dorso (dos’o). Teseo nos anunció este espectáculo, cuando salido del laberinto, se confinó en el coso y mató a la bestia. En el interior del círculo con su alfombra de albero, dentro del alma de la plaza con sol y sombra, las  banderillas de tinieblas crean charcos de agonía. Consumando la teogonía coplera, en las maestranzas del calendario y en cada vez por mes, vestidos de luces fáusticas, centellantes pasean y hasta campean, los camborio, los sánchez mejías, los paquirris, los manoletes, los curros romeros y los tantos pares de otros.

Podríamos decir que en estos nuevos calendarios-libros de 2016, que abren el 4º lustro del XXI, se ha infiltrado una corriente vintage. Ahora, cuando al fin los teléfonos se liberaron de las paredes, remiramos con los ojos habituados un día tras otro al ojo del móvil, la increíble supervivencia de aquella edad radiofónica aún chapoteando en el plasma de nuestros televisores. Y nos fascina la copla, porque sus códigos son incombustibles, aunque ya no creemos –tal vez no creímos nunca– en el  espacio de libertad donde conviven payos y gitanos en igualdad. En ese mundo bohemio, sencillo, rural, de hombres y mujeres que son captores o difusores ad infinitum de sus relaciones entre sí; la felicidad florece en amor y en desamor se amortigua. En ese mundo que nunca vivimos, sembramos nuestra nostalgia de oído. Cervantes lo disfruta en La Gitanilla describiendo (Ukiyo-e, dirían los japoneses en sus grabados), el mundo sutil que pasa, sin asiento, como la primavera. Escenario de las pasiones que se remansan en su propia naturaleza y en la belleza como un recurso abundante. Su hilo conductor es Preciosa, una cantaora, mujer tipo que ya desde 1613, se mueve con soltura entre payos y gitanos, hombres y mujeres, tristes y contentos, guardias y bandidos, mientras el moreno de verde luna, anda despacio y garboso.

Maldito parné y Al alimón sacan su fuerza creativa en este ambiente de la bohemia hispana donde a la vez que se sedentariza, la copla se vive como se canta, sin censura, entre adioses y bienvenidas, aunque la Zarzamora llore por los rincones y Preciosa aparezca tres siglos mas tarde tocando su luna de terciopelo, perseguida por el macho viento con su espada caliente. Junto al Guadalquivir de las estrellas, cualquiera pierde los dientes para un rosario de marfil. Y el sexo ocasionado se cobra, sólo con unos ojos verdes, bien dotados, llenos de aire verde, que te quiero verde, satisfecha, para que Francisco Alegre siga toreando y no merme el machismo de la raza calé. El Niño de Triana ha dispuesto que entre los meses de estos calendarios y a las cinco de la tarde llegarán al alimón, deslumbrantes los toreros  de la Fiesta… y no habrá príncipes en Sevilla que comparárseles pueda.

Esta producción de Time Sapiens ha sido de un cierto modo consecuente con la fuerza telúrica del enclave trasguadalquivireño donde se asienta su estudio. Vibración de eternidad, alentada por la memoria colectiva que guarda la mayestática consigna «Triana, República Independiente» que, fuera de la sonrisa, nunca creó un contexto favorable a su realización, excepto en el subconsciente sevillano. Los genios del lugar han estarcido en estas obras para imprenta, el aroma del Olimpo trianero donde cantaores y toreros se desplazan entre acordes enlazados de guitarras que no cesan. Esta marginalia fronteriza, sobrada por la aristeia de su creatividad,  ha  convivido vecina en su lejanía, de la Roma andaluza que es Sevilla, su centralidad de referencia. Gitanos y toreros se apoderaron del Niño del Altozano, que los vertió en 36 poderosas imágenes, para sus dos personales series gráficas envueltas en calendarios. De esta Teogonía local, podrían salir los signos de un interminable «antrodíaco», posiblemente concebido al alimón coplero, opuesto en su indefinición al zodíaco conocido.

En ese mundo alternativo, el pueblo «probe» supo aliviar su sentimiento trágico de la vida española mucho antes, antes, durante y después de la guerra. La gráfica de Martín Moreno y Altozano acaricia y enaltece la mitología sonora y siempre recurrente, pero inalcanzable para el hombre común. Desde su página de enero, María de la O trianera pura, encarnando el poder del dinero (parné) declara orgullosa en el texto que le cubre la espalda: pa mi capricho monea. Las ediciones Time Sapiens, se adentran en este universo recuperando la carga de una cultura racial inextinguible, de una trianía con tronío. Posiblemente su territorio sea tan vasto porque el aire musical o la gangrena que ya viene de lejos, deforma los límites de su levedad sin ocultarnos que Sevilla es el omphalos de este territorio, con el Monte del Olvido que la atraviesa de parte a parte. Sólo para recibir cruces de amores idos, ese monte recibe un blanco muro de España, barrera infranqueable que contiene a los negros toros de pena.

El Homero de esta epopeya andaluza –todavía– en curso, es un poeta mayor, porque de estas cosas sólo saben mujeres y poetas como dice una vieja canción cubana, producto de nuestra copla-bohemia. Federico García Lorca, juglar y mártir de la homofobia, instalado en la inmortalidad de esta ficción compartida con sus asesinos, proyecta en cada poema suyo además, un canto literario. Sus «cantadores» y sus «toreadores» conforman el gran coro de solistas, que como en la Tragedia lo autentiza en su potencia. Al final, Time Sapiens ha  incorporado a estas voces las de Isabel y Roberto, disciplinadamente educadas. El equipo emergente de Martín Moreno y Altozano, los que esta vez son Ángel, Rafael y Nicolás, también han juntado sus timbres y buenas artes, sin disonancias ni triquiñuelas. Todos ellos han montado este divertimento –en el que también estoy tangencialmente enrolado– haciéndole un corte de Masga al Barça. Felicidades porque tanta armonía, significa que lo han logrado y a vosotros también porque constituís el auditorio más agradecido. Muchas gracias por habernos arropado esta noche de estreno, noche otoñal de Capricho en la Calendariada 2015. Gracias.
 

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Noche de caprichos

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El pasado día 21 de octubre se celebró la presentación de los calendarios que Time Sapiens ha preparado para 2016. Tras tres días de lluvias y un amanecer nublado, el mediodía se inventó un brillante sol en Triana que puso la tarde en suerte.

¡Y para suerte la que tenemos nosotros con esta cuadrilla de amigos!

El paseíllo lo presidió Heriberto Duverger con un oceánico pregón cuajado de buenas maneras e indisimulado cariño que puedes leer aquí. Nicolás Ramírez se arrimó al toro con poesía y sin ambigüedades, brindando al respetable estos «Lances de amistad». Ángel de Quinta y Rafael Gómez entonaron al alimón un entrañable homenaje a tanta memoria guardada entre ritmos y melodías, y remataron la faena obsequiándonos con las actuaciones de sus amigos Enrique Montoya y Erika Leiva que pusieron la plaza en pie. Muchas gracias a los seis por vuestra generosidad y esfuerzo.

Y gracias a todos los que nos acompañasteis y disteis el capricho de compartir esta noche que comenzó templada y terminó ardiendo de risas y abrazos. Pareció de nuevo mediodía.

 

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Superman ¿derrotado?

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Es patéticamente curioso cómo alguien que defendió la pasión por la vida, el protagonismo del instinto, la apología de la lucha, el desprecio hacia la debilidad, la apuesta por la soledad nacida del desprecio y el odio de los bienpensantes, acabara sus últimos años enfermo, dependiente y apenas consciente de su entorno.
Hay quien ha querido ver en sus escritos el paso progresivo de la enfermedad, pero la belleza de su literatura y la rotundidad de sus afirmaciones pueden dejar a un lado ese intento de desvirtuarlos.
Un par de recuerdos surgen de mi memoria, a veces fiel y la mayoría traidora. El primero es una película. Se trata del final de «2001: una odisea del espacio» de Kubrick. Un bebé surge, en primer plano, cerrando y superando todo lo anterior. Sería una forma de insinuar una nueva forma de vivir. Nietzsche la habría aplaudido porque desea un nuevo hombre superior, distinto, apoyado en la vida y no contra ella, un Superhombre, así con mayúscula. Nuestro filósofo y filólogo manda directamente a la basura toda la cultura anterior, enraizada en verdades fijas y absolutas. Ese mundo, hijo de Sócrates, Platón y el cristianismo debe desaparecer. Morir. Era un mundo, anclado en la debilidad y en la suprema e inmutable idea de Dios. Nietzsche grita: «Dios ha muerto».
Hay que subvertir ese orden. «Hermanos, permaneced fieles a la tierra» proclama Nietzsche desde Así habló Zaratustra. La vida es principalmente irracional, instintiva, como un triunfo de Dionisos frente a Apolo, o de lo caótico, desmesurado y frenético contra lo claro, ordenado y razonable. De esa placenta nacerá ese nuevo ser, un auténtico superhombre que se atreve a crear sus valores personales con voluntad de poder, y que vive peligrosamente su propia vida y no la del rebaño siempre dirigido.
Nietzsche, para mayor infortunio suyo y de los que lo leen, fue adoptado y traicionado. Muchos románticos, muchos irracionalistas, muchos vitalistas y hasta ideólogos nazis —con poderío de superhombre como führer, duce, caudillo—, anhelaron apropiárselo. El superhombre de menudeo también anda suelto por ahí, hoy día, volando en el comic y el videojuego, o con fuerzas sobrehumanas y máquino-adictas. No importa. Su obra no se deja. Es personal e intransferible.

Texto de Antonio Hurtado

 

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Capricho español

Calendarios Time Sapiens 2016

Más que un capricho: dos.

Porque dos son los calendarios que presentamos para 2016, y ambos sobre temas muy típica/tópicamente españoles: coplas y toreros.

«Maldito parné» dedica sus páginas a un género de canciones, que se hizo a sí mismo a base de innovar sobre tradiciones seculares y refinamientos sobrevenidos. Los poetas, músicos y cantantes que las alumbraron junto al público que las hizo suyas, acuñaron con ellas una particular manera de metabolizar los conflictos de su época. Liberadas del anatema del tópico, hoy son patrimonio que ya transita por la nueva-vieja aventura de ser uno mismo sin negar a los otros.

Lo escriben Ángel de Quinta y Rafael Gómez que, además de por formación y afición, saben de copla gracias a la madre que los parió y demás familiares, vecinos y ambiente en el que se criaron. Y a su capacidad de apreciar en aquello que formaba parte de lo cotidiano, algo pleno de significados y valores. Sobre los personajes e historias, reales y ficticios, que pueblan el género, llenan estas páginas de cariño y una «jartá» de salero.

«Al alimón» presenta 24 semblanzas y semblantes 24 de algunos de los más ilustres «hijos del matadero».

Se muestran, sin aceros ni engaños y con la cara bien alta, dos docenas de figuras del toreo y las nobles rivalidades que los ligaron, en una peculiar manera de recorrer la historia de la Tauromaquia moderna.

Nicolás Ramírez escribe y describe con exquisito gusto a lo largo de 366 líneas (una por cada día del bisiesto 2016) el cordial combate entre diestros, sus triunfos y tragedias bajo el eco de los aconteceres históricos y sociales que marcaron y marcan sus diferentes épocas.

Esperamos que os gusten.

Para verlos en detalle, clic aquí: «Maldito parné» «Al alimón»

 

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Primos

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Le conté a mi primo que Kant fue, posiblemente, la culminación del pensamiento ilustrado, y que, al mismo tiempo, había inaugurado una forma distinta de encarar el conocimiento y la ética.
Verás —le dije—, Kant simboliza la figura tradicional del sabio catedrático ensimismado en la fabricación de sus teorías y en la necesidad de divulgarlas. De una disciplina mental fuera de lo común pero de temperamento muy sociable, amigo de tertulias, muy ingenioso y hábil en la conversación.
Lo importante —continué con la explicación— es que nuestro Immanuel, que así se llamaba, intentó responder a las preguntas que todo el mundo se hace: qué puedo conocer, qué debo hacer, qué me está permitido esperar y qué es el Hombre. ¡Total nada! —exclamó mi pariente.
Kant buscó siempre partir de los sentidos, para contestar a lo que podemos saber, pero, a su vez, intuyó que el ser humano modela la materia, recibida por los sentidos, con unas formas innatas. Esas formas las pone la sensibilidad, luego el entendimiento y finalmente la razón. Vamos —dijo mi primo— que es como una cadena de montaje en la que cada departamento actúa sobre lo que recibe del anterior. Sí señor, pero ¿adivinas la conclusión? La razón tiene sus límites. Así, razonar sobre Dios, el alma o la totalidad del mundo es imposible puesto que de ninguno de ellos se recibe nada desde nuestros sentidos. La cadena de montaje funciona en vacío. Entonces cualquier hombre se pregunta también ¿qué debo hacer? Aquí igualmente rompe con la visión tradicional que mandaba cumplir con una lista de preceptos. Lista que recibimos siempre de otro, mandando lo que es bueno. Kant, se niega a aceptarlo. En ese caso sería bueno solo el que manda.
Kant es tajante. La bondad nace del deber. El deber es la forma, el molde de la razón en su uso práctico y personal. Todo debe supeditarse al deber.
¿Y cuál sería en cada momento nuestro deber si no hay catálogos que cumplir? —me preguntó— «Obra de tal modo que uses a la humanidad como un fin, nunca como un medio». Eso es lo que respondió Kant. Ahora viene lo complicado: cada uno usará su libertad para materializar cuál es ese «de tal modo». No vale el ciego cumplimiento de voluntades ajenas.
Mi primo murmuró que todo eso era muy bonito, pero muy difícil. ¡Y es que a mi primo, lo difícil..!

Texto de Antonio Hurtado

 

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Pájaros ilustrados

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Preguntaron un día qué significaba Voltaire. Nadie lo sabía, pero hete aquí que un avispado con cara divertida dijo algo así como: veamos, es francés, volt puede ser girar y aire ya se sabe. ¡Ya está!… girar en el aire… ¡pájaro! Nos reímos pero yo me quedé pensando. Sabía que el seudónimo ofrecía varias explicaciones pero que Voltaire fue tratado como un terrible pájaro era verdad.
Fue filósofo, historiógrafo real, divulgador de las ideas de Newton y de Locke, colaborador en la Encyclopédie, escribió teatro, mantuvo correspondencia con la intelectualidad europea. Criticó y atacó toda mentalidad que surgiese del fanatismo, sobre todo si era político o religioso. Así escribió contra los fundamentalismos islámicos, judíos y cristianos, contra el absolutismo de la realeza, contra el maltrato a los esclavos y contra todas las ideas que no llevaran a la Ilustración.
La idea de progreso supuso un rompimiento absoluto con las concepciones tradicionales: para la antigüedad griega la historia era cíclica, para el cristianismo todo se convertía en una lucha interna, entre el bien y el mal. Voltaire luchó resueltamente contra el catolicismo por ser un protagonista claro de crueldad e intolerancia.
No me importa decir que nuestro hombre murió siendo una de las principales riquezas de Francia, y que esa fortuna fue conseguida con sus libros, pero también con medios no demasiado honestos. La libertad necesita de una suficiente base material. ¿A ver si lo de pájaro?…

Texto de Antonio Hurtado

 

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